martes, junio 12, 2007

CUENTO PREMIADO:

Sin salida...


El pescador agachó la cabeza. Una mezcla de impotencia e indignación, se le dibujo en el rostro.
El otro hombre, parado frente a él, en la lancha de carga casi inmutable, le volvió a repetir: “Ochenta centavos la pieza...¿ o querés que me vaya ?”

Basilio-el pescador de las islas- se limpió lentamente sus dedos heridos de encarnar anzuelos en las madrugadas, en medio del Río Parana y solo atino a decir:... “esta bien”.

La lancha, se llevó sus pocos pescados y partió raudamente hacia la próxima ranchada, a buscar mas pescados, acaso también a cambio, de una pocas monedas.
Basilio como cada vez que sucedía, se quedó mirando la majestuosidad del río, mientras jugaban en su mano, los dieciseis pesos de las veinte piezas, que terminaba de malvender.

Solo las miradas inquietas y los murmullos de sus tres niños, que habian visto la escena y seguro no entendian, lo sacaron de quien sabe que pensamientos. Maria, su mujer, tambien lo observó, con esos ojos verdes, jovenes y sufridos de una isleña, que nunca habia visto la ciudad, pero que sabia que la paga, alcanzaba para muy poco...casi para nada. Y calló.

Basilio, no durmió esa noche, ni la siguiente, ni la otra... Viajó una y otra vez en su desvencijada canoa, a tirar las redes, a recogerlas luego y a entregar el producto de la pesca, al hombre de la lancha.

Invariablemente, en la monotonía del río y con el suave vaivén del agua mansa y la compañía de algunas estrellas, hacia memoria. Recordaba que no siempre vivió así. Cuando niño, solia pescar y acompañar a su padre al puerto de Villa Constitución, para salir a vender pescado fresco, recorriendo calles y asombrandose con todo... Fue en aquel tiempo cuando aprendió a leer y escribir, cuando una maestra le enseñó, allá en la escuelita de la isla lejana. Y también fue en esa zona, donde ya mas grande, conoció a Maria y se la llevó a vivir, en la humilde ranchada.

Las imágenes, pasaban fugaces por su mente, mientras las horas corrian...pero seguían los recuerdos. Todo-pensaba- cambió un día: llegaron los acopiadores con según otros pescadores, aparecieron los frigorificos en la zona. Era el nuevo tiempo de poca paga y mucho trabajo en un río, que ya no rebalzaba de peces.

La ténue luz del sol, despertando en el horizonte, lo devolvió a la realidad. A la misma que le decia que debia levantar redes y volver. A la ranchada, donde eran cinco a vivir y habia poca comida en la mesa, cada día. Algo que lo mortificaba, casi tanto, como los chicos que debian ir, de vez en cuando a la escuelita lejana, muchas veces descalzos.

Los silencios, comenzaron a prolongarse a su alrededor. Tan solo la algarabía de los niños en sus juegos y la melodía del canto de algunos pájaros, lo sacaban de sus cavilaciones.

María, ya no tenia, esa mirada donde habitaba toda belleza de la naturaleza. Maria ahora, solo miraba y callaba.

Aquel día, salió a la madrugada, como siempre. El río, le devolvió la imagen de su rostro sufrido, al tirar las redes. Al rato, volvió a sumergirse en sus pensamientos...hasta que nuevamente volvió a levantar la producción y pegar la vuelta. En el camino, contó los peces, imaginó la paga y apretó los puños. Las lágrimas presurosas, inundaron su rostro...con el revés de la mano derecha llena de escamas, las seco. Y continuó el viaje.

Cuando amarró la canoa al viejo muelle, escuvho el bullicio de los chicos que ya, habian olvidado el sueño. Los observó correr un perro, mientras reian. Maria, advertida de su llegada, le acercó un mate, miró la escualida carga y llevó su mirada al piso.

Basilio, sin hablar camino unos pasos. Entró al pequeño y humedo galpón que siempre mantenia cerrado. Busco a tientas en un estante cercano al techo de chapa y sacó una antigua pistola. Por la ventana, recorrió con sus ojos, el río que sus padres, le habian enseñado a querer. Detuvo su vista en los añosos árboles de la costa donde jugo trepado, tantas veces. Miró a su fiel y descolorida canoa, luego a las redes gastadas y por último, detuvo su vista, en el luminoso e imponente cielo.

Estaba triste, cansado y abatido.

Abrió la boca, apuntó su arma, todo el agua del Río Paraná, le brotó en sus ojos.

Y se mató.





Autor: José A.Bocca

Nota: Cuento (categoria Narrativa Adultos) ganador del VIII Encuentro de Poetas y Narradores del Departamento Constitución, en el marco de la XVII Feria Regional del Libro año 2007- Villa Constitucíon-Provincia de Santa Fe-República Argentina

lunes, junio 11, 2007



PREMIO:

El 9 de Junio pasado, en el marco del VIII encuentro de Poetas y Narradores del Dpto.Constitución-Villa Constitución-Prov.Sta Fe, José Bocca con el cuento SIN SALIDA (categoria Narrativa Breve), fue ganador del certamen. Recibió un diploma de manos del Secretario de Cultura de la Municipalidad de Villa Constitución Carlos Depego(foto) y su inclusión en el Libro que año a año se publica con los trabajos ganadores. Una emotiva ceremonia donde los poetas y narradores, vieron coronados sus sueños. Todo en la semana en la que se desarrollo la XVII Feria Regional del Libro de Villa Constitución.