Escribe: José A.Bocca
LOS BOBOS….
Hace muchos años, un pintoresco y conocedor director técnico de fútbol uruguayo (que también trabajó en Argentina, por ej. en 1966 cuando Unión de Santa Fe ascendió por primera vez a la categoría mayor del fútbol argentino), que pasó por muchos equipos incluso dirigiendo a la selección celeste, no se cansaba de emitir la misma sentencia, respecto de un enorme goleador que dio el fútbol argentino.
El recordado DT era Washington "el pulpa" Etchamendi. El goleador que siempre defendió el coach, era Luis Artime.
La sentencia, seguida de un razonamiento era: "….se podrían llenar camiones enteros de bobos con lo que critican a Luis Artime, pero en mi equipo Luis, siempre juega…"
Es que Artime hizo goles de todos los matices y colores en las décadas del 60 y 70.
Hizo goles en Atlanta, en River y en Independiente. Hizo goles en Brasil cuando fue transferido y también en el Mundial de 1966 en Inglaterra.
Había nacido para el gol.
Pero los bobos a los que se refería Etchamendi, eran los que en forma permanente, criticaban al goleador: "no es habilidoso", "no te devuelve una pared", "es solo oportuno", "no desborda", "es rebotero", etc.
A despecho de las críticas, Artime se inscribió en la historia de los grandes goleadores argentinos, con 289 goles convertidos.
La mención viene a propósito, cuando se intenta explicar el derrotero de película de otro goleador impresionante pero actual: Martín Palermo.
No hay análisis futbolero sesudo para definirlo: pulveriza cualquier argumento que intenta encasillarlo, con lo que mejor sabe hacer: GOLES.
Hace con simpleza lo más difícil del hermoso deporte y el leiv motiv del mismo: el gol.
Con eso, demuele cualquier crítica.
La historia es conocida.
Su lucha contra las lesiones, los títulos ganados con Boca Júnior, su pasado pincharrata y sus records.
Como es de estilo, los "paladares negros"-que también existen en el fútbol- intentan defenestrarlo, adjudicándole solo suerte.
Si Etchamendi viviera, volvería una y otra vez con su sentencia.
Hoy también-aunque menos, por aquello de subirse al tren de la victoria- se podrían llenar camiones de bobos.
El, ha hecho trizas las críticas y ha logrado aunar el beneplácito de todas las hinchadas.
El loco es en realidad, el goleador de todos. El de los goles decisivos. El de la humildad manifiesta.
Y la serie continúa. Y nadie sabe como terminará y cuando.
También tuvo su gol en el Mundial de Sudáfrica. Y el gol gritado por todos. Y volvió con un triplete ante Colón de Santa Fe…como si los 36 pirulos no importaran. Como para pensar quien hará goles cuando Martín y el Bichi ya no estén en los campos de juego.
Pero hay que hacer una pausa y volver a evocar al técnico uruguayo: "..en mi equipo juega siempre."
En el mío, también.
Cuando las "papas queman", cuando con el lujo no alcanza, cuando los "caños" algunos los tiran en la mitad de la cancha….ahí aparece un tipo que en el reducido espacio del área chica, se siente como pez en el agua. Y hace lo que mejor sabe y más le gusta.
Es el momento de quemar la biblioteca y dejar el discurso de lado.
Y solo aplaudir.
Martín Palermo, reivindica a los Luis Artime de la historia. Se ríe de las críticas de los exquisitos.
El "optimista del gol" tiene la humildad de los grandes. Tanta, que hasta seguro y en el fondo perdona y se ríe de los bobos.
Aquellos a los que tan bien definió Washington Etchamendi.
Un lúcido a la hora de conducir grupos y llevarlos a la victoria.
El mismo que falleció en una cancha de fútbol-no podía ser de otra manera- cuando sentado en la banca y dirigiendo su equipo, un paro cardíaco lo alejo de este mundo. Fue la tarde del 30 de mayo de 1976 en el Estadio Pascual Guerrero en Cali (Colombia)
Aquí abajo, aún hay algunos que niegan lo innegable y hablan de SUERTE.
En el cielo, "el pulpa" debe reír pensando que los bobos, son incurables.
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